martes, 19 de agosto de 2014

Y no sé cómo lo hago que me acuerdo de que tengo blog los días en los que el ánimo parece haberse esfumado.

Considero que hay dos tipos de personas; las que no ponen interés en sentirse mejor cuando algo va mal y las que, en cambio, a pesar de que se hayan dado de bruces contra la vida de seguido, ponen todo su empeño en mejorar la situación.
Las primeras, centran todas sus energías en "auto destruirse", parece incluso que buscan el hundirse a sí mismos. Las segundas, son aquellas capaces de rebajar un huracán a un leve soplido en la cara.

Hay gente que cambia. Hay puntos intermedios. De hecho, hay veces en las que nos sentimos obligados a no caer y escondemos lo que queremos dejar salir de nosotros, eso que con el tiempo se ha convertido en un fuerte nudo amarrado bajo nuestro pecho.

Estoy de despedida. Familia, amigos, al fin y al cabo, todos familia. Toca morderse con fuerza el labio y abrazar a los que ya piensan en mi regreso. Era yo quien se sentía así en un comienzo. Pero ahora, ahora ansío ver quiénes son los que no van a ver miles de kilómetros durante un tiempo un punto y final.

miércoles, 2 de julio de 2014

"Hemos encontrado un lugar desde el que se puede volar".
Como cualquiera habría pensado, mi hermano y yo creímos que nos llevarían a algún sitio de esos desde los que te lanzan y mediante una fuente de aire a presión te sujetan, o yo qué sé. Pero no, nos llevaron a un portal a pie de calle en el que había dos espejos haciendo esquina. Mi aita se colocó en la esquina y elevando una pierna, efectivamente, el efecto visual era que estaba levitando.

Ahora dejo que os riáis porque, de hecho, yo aún lo hago cada vez que lo recuerdo. Antes me reía porque me parecía bastante absurdo. Ahora, en cambio, me río con añoranza de esos pequeños detalles por no haberme dado cuenta de que quizá lo que mis padres pretendían era que aprendiéramos a dar valor a cosas pequeñas, para que cuando tuviéramos algo realmente valioso ante nosotros, supiéramos estar a la altura,

Doy mil vueltas a todo y hasta el momento no tengo claro si es una virtud o un defecto. Ni yo misma sé cómo he acabado relacionando este recuerdo a la gran experiencia que poco a poco iré almacenando en el baúl de mi memoria también.

Digamos que, desde que sé que estaré ausente de mi entorno diez meses, intento disfrutar un poco más cada cosa que sucede a mi alrededor.
Ando por los recovecos de Bilbao con ojos de turista y no con una mirada perdida de chica que anda con prisa y que aún no se había dado cuenta de que a la vuelta de la esquina habían abierto una bonita cafetería hace ya meses.

Me voy a Canadá y sí, tengo ganas, pero sería absurdo negar el estar muerta de miedo en muchos aspectos.
Pero, ¿a qué tengo miedo? ¿A algo que ya me ha dado mucho incluso antes de haberme montado en el avión rumbo a mi nueva vida por diez meses? Quién sabe, a partir de ahora, todo es una montaña rusa de sentimientos.

Bienvenidos a mi blog,
Paula